🌍 Llegaron a 12.262 metros bajo la superficie de la Tierra y lo que encontraron sigue alimentando mitos. El pozo superprofundo de Kola sigue fascinando y confundiendo décadas después: desde profundidades récord hasta historias de gritos del inframundo. 🕳️ ¡Lea toda la verdad (y las leyendas) en el siguiente artículo! 👇
En los años 20, la gente cantaba: «Más y más alto nos esforzamos por el vuelo de nuestros pájaros». Más tarde, durante la era espacial, esto se sustituyó por la ensoñadora frase: «Y en Marte florecerán los manzanos…».
La curiosidad humana no tiene límites. Mientras algunos sueñan con llegar al espacio y explorar las estrellas, otros se centran en lo que hay bajo nuestros pies, en las profundidades de la Tierra. Estas personas se llaman geólogos o topógrafos. Durante muchos años, países de todo el mundo han competido silenciosamente: ¿quién puede perforar el agujero más profundo?
Hasta ahora, el agujero más profundo jamás perforado es el pozo superprofundo de Kola (SG-3), situado en la península rusa de Kola. Alcanza una profundidad récord de 12.262 metros (más de 12 kilómetros).
¿Por qué se eligió la península de Kola? Porque sus rocas son de las más antiguas de la Tierra: se calcula que tienen unos 3.000 millones de años. Naturalmente, los científicos estaban ansiosos por estudiar estas antiguas capas recogiendo muestras de rocas de las profundidades.
Al principio, la perforación del granito fue como la seda. Pero cuando llegaron a unos 7 kilómetros de profundidad, las rocas se volvieron mucho más blandas. Esto provocó que el taladro se atascara y acabara rompiéndose. El equipo tuvo que desviar la perforación para poder continuar. Cuando llegaron al punto más profundo en 1994, la perforadora se había desviado unos 840 metros del punto de partida original.
Otro gran desafío fue el calor. A medida que se profundizaba, la temperatura aumentaba. En el fondo del pozo se alcanzaron los 220ºC. Esto requería un equipo especial resistente al calor, que era muy caro.
El proyecto se interrumpió hace casi 30 años, pero el interés por la perforación de Kola no ha desaparecido. De hecho, siguen apareciendo extrañas historias sobre él, muchas de ellas completamente falsas.
Los rumores empezaron en los años 80, cuando el proyecto aún estaba activo. Algunos periódicos sensacionalistas estadounidenses afirmaban que los trabajadores habían oído gritos y gemidos procedentes del interior de la Tierra. Llamaron al proyecto «El camino al infierno».
Incluso ahora, algunas personas creen la historia de que los científicos soviéticos intentaron perforar hasta el manto de la Tierra, pero se detuvieron al oír sonidos aterradores y sellaron el agujero por miedo.
Este tipo de historias proceden claramente de personas que no entienden la ciencia. En realidad, por aquel entonces, los científicos utilizaban sensores sísmicos para estudiar las ondas sonoras bajo tierra. No existían micrófonos capaces de resistir el calor extremo a esas profundidades.
En cuanto al manto terrestre, incluso con toda la tecnología moderna de que disponemos hoy en día, aún estamos lejos de alcanzarlo. El sondeo de Kola sólo atraviesa un tercio de la corteza terrestre. Pero esa profundidad sigue siendo un récord mundial, y sólo ha sido posible gracias a años de duro trabajo y determinación.
Si aún no está convencido de que nadie oyó «voces de abajo», puede visitar otra perforación profunda en Alemania. Su perforación alcanza los 9.101 metros. Se interrumpió en 1995 -sólo un año después del proyecto Kola- no por los extraños sonidos, sino porque continuar era demasiado caro y habría requerido equipos más potentes.
El sondeo alemán sigue abierto hoy en día. Los científicos introducen regularmente sensores en él para escuchar sonidos naturales procedentes de 9 kilómetros de profundidad. Y no, no han oído ningún grito, sólo los sonidos habituales de los movimientos de la Tierra.
Así que, al final, no son los ruidos sobrenaturales, sino los altos costes los que detienen estos proyectos de perforación. Ni siquiera los países más avanzados pueden afrontar solos estos retos. Por eso, en 2013, varias naciones -entre ellas las de la UE, Japón, Estados Unidos, China, Australia, Brasil y Nueva Zelanda- unieron sus fuerzas.
Juntos pusieron en marcha el Programa Internacional para el Descubrimiento de los Océanos. Este esfuerzo científico a largo plazo se centra en explorar lo que ocurre en las profundidades de la Tierra, no a través de mitos o rumores, sino con investigación real y trabajo en equipo.