¡Esta vieja silla estaba tan descuidada que incluso se convirtió en el lugar favorito de arañazos del gato! 🪑🐈 La propietaria, Larisa, decidió darle una segunda vida y ¡no estaba preparada para unos resultados tan ASOMBROSOS! 😮👏 ¡En lugar de dejarlo tirado, se esforzó un poco y ha conseguido un mueble totalmente renovado y lujoso! 🤩💥 ¡Compartiré las fotos del antes y el después en este artículo! 👇
Una mujer llamada Larisa compartió su primer cambio de imagen de muebles. Cogió una silla vieja, que había sido durante mucho tiempo el lugar favorito de su gato para arañar, y le dio un aspecto fresco y elegante. Lo que antes era una silla desgastada y hecha jirones se transformó en un mueble moderno y elegante con un bonito asiento acolchado.
¿Tienes curiosidad por ver el proceso? Sumerjámonos en él.
En primer lugar, midió y marcó el asiento de contrachapado para crear el diseño del mechón.
Se lijó toda la silla para eliminar la pintura vieja y las asperezas. Una vez eliminado el polvo, se aplicó una capa de imprimación. Una vez seca, se alisó suavemente con papel de lija de grano fino para conseguir un acabado impecable.
Una vez imprimada, la silla se pintó con spray para conseguir una capa lisa y uniforme.
Con la estructura lista, llegó el momento de trabajar en el asiento. Como el objetivo era crear un efecto afelpado, utilizó una capa de espuma y una malla especial para marcar y cortar los espacios para los botones.
El siguiente paso consistió en fijar la tela y añadir los botones para conseguir el clásico efecto de mechón. Se colocaron tachuelas decorativas a lo largo de los bordes para realzar el diseño general.
Para complementar el asiento, se dio un elegante toque decorativo al respaldo de la silla. Se utilizó arcilla polimérica cocida, a la que se dio forma de intrincados dibujos con ayuda de moldes. Estos detalles decorativos se pegaron a la estructura con epoxi y se acabaron con pintura acrílica.
Y así de fácil, ¡la silla quedó completamente transformada! Sin embargo, el primero en disfrutar de la renovada silla no fue Larisa, sino su gato. El felino quedó tan encantado con el nuevo aspecto y la comodidad que Larisa decidió dejársela y le prometió que haría otra para ella.
Un cambio de imagen impresionante.