Puede que esta tarta de Pascua no tenga la forma perfecta, pero es la que todo el mundo recuerda

«No usaba molde: solo gasa, una cuchara y un tarro de pepinillos» 🥣💛 Esta tarta de cuajada de Pascua de la vieja escuela no busca la perfección: busca la tradición, la comodidad y ese inolvidable sabor a hogar 🧈🍶🌼 Sin artilugios, sin complicaciones: solo ingredientes reales y mucho amor. Historia completa y receta en el siguiente artículo 👇

Esta tarta de cuajada de Pascua no es lujosa, ni de restaurante, ni tiene forma con moldes de silicona. Es sencillo, casero, denso y reconfortante, como un cálido abrazo de la abuela. Sin aparatos especiales, sin alardes, sólo sabor y corazón.

Sólo lo básico: requesón, gasa, algo pesado y un poco de amor.
No hacen falta moldes especiales. E incluso si alguien tenía uno, probablemente vivía en el estante superior en algún lugar, escondido cerca de los platos de vacaciones.

Pero eso no detuvo a nuestras abuelas.

Se apañaban con lo que tenían: cuencos esmaltados, escurridores, tarros de mayonesa vacíos, ollas pequeñas o incluso recipientes de kéfir. El truco consistía en forrar el recipiente con una gasa, llenarlo con la mezcla de cuajada, añadirle un peso encima y colocarlo en un lugar fresco durante la noche, tal vez en el frigorífico o incluso en un barreño.

Ingredientes sencillos, pero llenos de calor
Requesón casero, no comprado. Un poco de acidez está bien, incluso mejora el sabor.

Nata agria: espesa y rica, de las que mantienen una cuchara en posición vertical.

Mantequilla: de un bloque envuelto, no de un bote de plástico.

Azúcar: añadida al gusto, sin necesidad de medirla.

Pasas: lavadas, llenas de sabor. A veces utilizaban albaricoques secos o nueces.

Y tal vez huevos, una pizca de sal, un poco de vainilla. Algunos incluso añadían ralladura de limón o algo especial, como un poco de amor de su hijo.

El proceso era lento, pero lleno de cuidado
Todo se pasaba por un tamiz a mano, lenta y pacientemente. Luego se mezclaba, no con una batidora, sino con una cuchara de madera, en círculos.

La mezcla se introducía en una gasa y luego se le daba forma de «torre» o de «ladrillo», según el recipiente.

Encima se ponía un peso, quizá un tarro de pepinillos, una piedra lisa del jardín o un hierro pesado.

Luego se dejaba reposar toda la noche en un lugar fresco. Por la mañana, se retiraba la gasa y allí estaba. Un pequeño milagro silencioso.

Era más que un postre
Esta tarta de cuajada no era sólo algo dulce: era el centro de la mesa navideña. Un símbolo de cariño, tradición y alegría.

Ningún molde o tarta de forma perfecta puede sustituir el recuerdo de cómo la abuela hundía el dedo en la mezcla para probarla. No importaba si la tarta estaba un poco torcida, un poco firme o no tenía adornos elegantes por encima: estaba llena de amor y estaba en casa.

¿Has hecho alguna vez la tarta de Pascua de esta manera o has probado una hecha con tanto cariño? Comparta sus recuerdos o consejos en los comentarios. Nos encantará conocer sus historias.

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