«Me daba vergüenza ir al gimnasio»: cómo una joven de 22 años recuperó su cuerpo en casa

«Lo transformó todo sin pisar un gimnasio» 💪🏠 Con sólo 22 años, Aingel Boyer cambió su vida de una forma que llamó la atención de todo el mundo. Pero no se trata sólo del peso, sino de lo que aprendió por el camino. Mira su antes y después y su rutina diaria en el siguiente artículo 👇.

Con sólo 22 años, la australiana Aingel Boyer consiguió algo que a muchas personas les cuesta años: cambiar no sólo su cuerpo, sino también su mentalidad, sus hábitos diarios y su forma de ver la vida.

Durante mucho tiempo, Aingel no consideraba que comer sano o verduras fuera comida de verdad. Su dieta consistía sobre todo en comida rápida, comidas grasientas y cualquier cosa con alto contenido calórico.

Como era de esperar, este estilo de vida poco saludable le hizo ganar peso. Aingel empezó a notar cómo había cambiado su figura y se dio cuenta de que había llegado el momento de cuidarse más. Pero le intimidaba la idea de ir a un gimnasio: le preocupaba que la juzgaran o la compararan con las mujeres en forma que solían ver allí. Así que dio el primer paso en la comodidad de su propia casa.

Aingel empezó siguiendo vídeos de ejercicios en Internet. Al principio se centró en ejercicios con el peso del cuerpo, sin aparatos, sólo con su propia fuerza. Cuando se sintió más segura, añadió mancuernas, bandas de resistencia y otros equipos a sus rutinas. Hacía ejercicio casi todos los días y su dedicación dio sus frutos. En sólo seis meses había perdido 23 kilos y se sentía una persona nueva.

Pero no se limitó al ejercicio. Aingel también se fijó en lo que comía. Sustituyó los alimentos pesados y grasientos por otros más ligeros y saludables. Sus comidas empezaron a incluir más verduras y carnes magras. Y eliminó por completo la comida rápida.

Sin embargo, Aingel no cree que haya que eliminar todos los alimentos «poco saludables». Dice que no pasa nada por darse un capricho de vez en cuando: una porción de tarta o un trozo de chocolate no lo estropean todo. En su opinión, las dietas estrictas suelen dar lugar a atracones posteriores, que pueden echar por tierra todo el esfuerzo realizado.

Una de las lecciones más importantes que aprendió Aingel es que el número de la báscula no lo es todo. El peso no sólo incluye la grasa, sino también el músculo, y si haces ejercicio, es de esperar que aumentes la masa muscular. Por eso, en lugar de fijarse en los números, anima a la gente a mirarse al espejo, fijarse en cómo les queda la ropa y prestar atención a cómo se sienten.

Su historia demuestra que el cambio real no se produce de la noche a la mañana, pero con pequeños pasos, constancia y la actitud adecuada, todo es posible.

¿Qué opinas del viaje de Aingel? Dinos en los comentarios si te ha inspirado su historia.

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