El perro de la familia no dejaba que la niña entrara en el patio trasero. Entonces miraron el monitor del bebé y vieron de qué estaba tratando de protegerla el perro

Era una cálida tarde de domingo.
Emily y Jordan acababan de terminar de almorzar, y su hija de dos años, Lily, quería jugar afuera. Su patio trasero estaba cercado, era seguro y siempre estaba a la vista. Lily corrió hacia la puerta corrediza, pero Daisy, su border collie de cinco años, le bloqueó el paso.

Al principio, parecía un juego.

Lily se rió y trató de pasar a escondidas. Daisy gruñó, no muy fuerte, pero con tono severo. Protectora.

Emily regañó a la perra y la apartó. «Solo quiere jugar», dijo.

Pero Daisy no se detuvo. Presionó su cuerpo contra la puerta y ladró hacia el jardín.

Fue entonces cuando Jordan recordó el monitor para bebés que habían dejado en el porche, con una cámara incorporada.

Abrió la aplicación en su teléfono.

Y se quedó paralizado.

Allí, justo detrás de los arbustos cerca de la casita de juegos de Lily, había un hombre agachado. Ropa sucia, pelo revuelto. Sostenía algo, parecía una cuerda.

Jordan salió corriendo por la puerta trasera, gritando. El hombre desapareció por la valla en cuestión de segundos.

La policía llegó en cuestión de minutos. Resultó que el mismo hombre había sido captado por la cámara del timbre de un vecino dos noches antes, espiando por las ventanas. Las autoridades creían que había estado acechando a familias, esperando una oportunidad.

Y esa tarde, casi la tuvo.

Si no hubiera sido por Daisy.

Después de eso, a Lily nunca más se le permitió salir sin supervisión. ¿Y Daisy?

Se convirtió en algo más que la mascota de la familia.

Era su guardiana silenciosa, la razón por la que su pequeña seguía a salvo.

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