El niño dejó de hablar tras la tragedia… Hasta que apareció en su vida alguien que le enseñó a reír de nuevo.

Lisa tenía solo siete años cuando su vida se dividió en «antes» y «después». Esa noche, la familia regresaba a casa después de una fiesta. Conducían por una carretera iluminada, reían y hablaban de lo que comprarían al día siguiente en el mercado. Lisa iba sentada atrás, abrazando un conejo de peluche. Todo era tan cotidiano y tan feliz.

Pero un instante lo cambió todo. Un camión chocó a gran velocidad contra su coche. Un estruendo metálico, gritos, olor a gasolina. Lisa solo recordaba cómo la sacudió bruscamente hacia delante y cómo alguien gritó en la oscuridad. Luego, silencio.

Despertó en el hospital. Su madre yacía a su lado, llena de vendajes, pero viva. Su padre ya no estaba.

Desde ese día, Lisa dejó de hablar. Podía oír y comprender, podía escribir, asentir o negar con la cabeza. Pero su voz parecía haber desaparecido.

Al principio, los médicos dijeron que era algo temporal: «La psique se está defendiendo». Pero semana tras semana, mes tras mes, Lisa no pronunció ni una palabra. Su madre la llevó a psicólogos, logopedas, neurólogos. Todos se limitaban a encogerse de hombros: la niña estaba sana, pero permanecía en silencio.

La casa se llenó de un silencio opresivo. La madre intentaba hablar, pero solo obtenía silencio y el golpeteo del lápiz sobre el cuaderno, donde Lisa escribía respuestas breves. La sonrisa desapareció de su rostro. Incluso los juguetes, que antes le encantaban, acumulaban polvo sin que nadie les prestara atención.

Un día, una vecina trajo en brazos un pequeño ovillo de pelo: un gatito flaco que había recogido en la calle.
«Tómalo», dijo, «quizás le haga bien a tu hija».

La madre quería rechazarlo: cuidar de un animal en su situación parecía una tarea imposible. Pero Lisa vio al gatito y sonrió por primera vez en mucho tiempo. Sus ojos se iluminaron. La niña extendió cuidadosamente los brazos, apretó al pequeño contra su pecho y este ronroneó.

Al gatito lo llamaron Timka.

A partir de ese día, fue como si se encendiera la luz en la casa. Lisa llevaba a Timka por todo el apartamento, le susurraba al oído, lo acariciaba y lo acostaba a su lado para dormir. Seguía sin hablar con la gente, pero con él hablaba, en voz baja, apenas audible, pero con palabras.

Su madre oyó su voz por primera vez por la noche. Se despertó con un ruido extraño y se asomó a la habitación. Lisa estaba sentada en la cama, acariciando al gatito y susurrando:
—No te irás, ¿verdad? ¿Siempre estarás conmigo?

A su madre se le humedecieron los ojos. Cerró la puerta y lloró en silencio. Era el primer rayo de esperanza.

Cada día Lisa hablaba más: primero solo con Timka, luego con su madre. Sus palabras eran entrecortadas, a veces susurradas, pero era su verdadera voz.

Y entonces ocurrió un milagro.

Un día, Timka, mientras jugaba, se enredó en la cortina y quedó colgado, balanceando las patas. Lisa se asustó al principio, pero luego se echó a reír tan fuerte que su risa resonó en todo el apartamento. Su madre acudió corriendo al oír el ruido y se quedó paralizada: su hija reía por primera vez en muchos meses.

Esa risa fue el comienzo de una nueva vida.

Poco a poco, Lisa volvió a tener una infancia normal. Volvió al colegio, empezó a responder en clase y a hacer amigos. Seguía echando de menos a su padre, pero tenía a Timka, su protector, amigo y guardián de sus secretos.

Han pasado tres años. Lisa ya es una adolescente, tiene nuevos intereses, nuevos amigos. Pero Timka sigue siendo lo más importante: se ha convertido en un gato grande, perezoso e importante, pero sigue siendo el primero en acudir cuando Lisa llora. Se acuesta a su lado, la empuja con la pata y ronronea de tal manera que las preocupaciones parecen disolverse.

A veces, la madre los mira y piensa: ningún médico, ningún medicamento ha hecho lo que ha hecho este pequeño gatito callejero. Le ha devuelto la voz a su hija. Le ha devuelto la sonrisa. Le ha devuelto la infancia.

Y quizá ahí radique la verdadera magia de los animales. No piden palabras, no exigen explicaciones. Simplemente están ahí. Y a veces eso es suficiente para salvar la vida de alguien.

Like this post? Please share to your friends:
Deja una respuesta

;-) :| :x :twisted: :smile: :shock: :sad: :roll: :razz: :oops: :o :mrgreen: :lol: :idea: :grin: :evil: :cry: :cool: :arrow: :???: :?: :!: