«El psíquico puso la mano en la pared y gritó… Pero lo que encontraron allí horrorizó a todos».
Una antigua casa a las afueras del pueblo llevaba muchos años vacía. Corrían rumores de que estaba «embrujada»: los inquilinos oían pasos, golpes y llantos de mujer por las noches. La nueva familia que compró la casa al principio no creía en lo sobrenatural. Pero todo cambió cuando su hijo empezó a quejarse de que por las noches «una mujer gemía detrás de la pared».
Invitaron a psíquicos al programa.
La primera participante, una mujer con el pelo largo y canoso, se quedó paralizada nada más entrar. Le temblaban las manos y dijo:
«Aquí hay muerte. Todavía vive entre estas paredes».
Los espectadores se quedaron boquiabiertos, pero el verdadero drama ocurrió unos minutos más tarde.
Cuando otro psíquico tocó la pared del salón con la mano, gritó y retiró la mano:
«¡Aquí hay sangre! ¡Aquí hay un cuerpo enterrado!».
Todos se quedaron paralizados. Los propietarios confesaron que, cuando estaban haciendo reformas, encontraron extraños trozos de tela y objetos oxidados, pero no les dieron importancia.
El equipo de rodaje se puso en contacto con la policía. Abrieron la pared y, efectivamente, encontraron los restos de una mujer detrás del ladrillo. Pero lo más espeluznante fue que en su mano había un pequeño zapato de niño.
El médium palideció:
«Murió protegiendo a su hijo. Y todavía lo sigue buscando aquí…».
La familia abandonó la casa para siempre. Y los espectadores en el estudio creyeron por primera vez: a veces, los golpes en la pared no son de ratones, sino el recuerdo de un crimen que no quería ser olvidado.
