Mi marido trajo a casa una vieja cinta de vídeo, y lo que había en ella destruyó nuestro matrimonio

A veces, los descubrimientos más aterradores llegan por casualidad, a partir de cosas que deberían haberse olvidado hace mucho tiempo. Este hombre ni siquiera sospechaba que un inocente hallazgo del pasado se convertiría en una tragedia para su familia.

Encontró una cinta de casete en un mercadillo. Una caja polvorienta con la inscripción desgastada «Casa, 1997» le llamó la atención. Siempre le habían gustado las cosas antiguas, creía que en ellas se escondía el espíritu de la época. Sonriendo, se llevó la compra a casa y decidió organizar una «velada nostálgica» con su esposa para ver qué había grabado.

Pero la alegría no se produjo.

Cuando la cinta empezó a sonar en el reproductor de vídeo, aparecieron en la pantalla unas imágenes domésticas. Al principio, una familia normal: los niños jugando en el patio, la mujer poniendo la mesa, el hombre arreglando el coche. Todo parecía agradable e inofensivo. Pero cuanto más miraban, más frío hacía en la habitación.

En una de las imágenes, la esposa se reconoció a sí misma. Joven, sonriente, en compañía de personas a las que llevaba mucho tiempo tratando de olvidar. Palideció y su corazón comenzó a latir con fuerza. El marido no entendía lo que estaba pasando hasta que vio lo siguiente.

En la pantalla, ella no estaba sola. Junto a ella había otro hombre. Sus abrazos, su risa, sus besos. Todo esto había sido filmado claramente de forma intencionada. La cinta de vídeo guardaba su vida pasada, cuidadosamente oculta a su familia actual.

La esposa se levantó de un salto, intentó apagar el televisor, sacar la cinta, pero ya era demasiado tarde. El marido ya lo había visto todo. En la habitación se hizo un silencio más ruidoso que cualquier escándalo.

«¿Quién es ese?», preguntó con voz apagada.

Ella no pudo responder. Las lágrimas, las palabras incoherentes, los intentos de justificarse no servían de nada. En la cinta todo era demasiado evidente.

A partir de ese momento, su vida se partió en dos. Su marido no pudo perdonarla. Cada vez que miraba a su esposa, las imágenes de la cinta aparecían ante sus ojos. Lo que debía haber quedado en el pasado regresó y destruyó el presente.

La historia se difundió rápidamente entre amigos y vecinos. Algunos decían: «Fue hace mucho tiempo, hay que perdonar». Otros negaban con la cabeza: «Si ella ocultó eso, significa que sigue ocultando cosas ahora». Pero una cosa estaba clara: un hallazgo fortuito en el mercado había convertido un matrimonio feliz en ruinas.

Ahora él guarda esa cinta como símbolo de la traición. Dice: «Pensaba que se podía enterrar el pasado. Pero resulta que siempre encuentra la manera de volver».

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