Historias graciosas
A Daniel nunca le gustaron los espejos. No porque fuera vanidoso, sino porque le resultaba incómodo mirarse a los ojos durante demasiado tiempo. Aun así, el espejo del
Michael era un hombre práctico. Arreglaba tuberías con fugas, apretaba tornillos sueltos y nunca creía en «historias extrañas». Su casa era vieja, sí, pero sólida. Por eso, cuando
Sarah era el tipo de mujer que se fijaba en todo. Se daba cuenta cuando los vecinos cambiaban las cortinas, cuando su barista se hacía un nuevo corte
Sam llevaba años buceando. Arrecifes de coral, naufragios, cuevas… Creía que lo había visto todo. Hasta aquella tarde. Estaba a unos nueve metros de profundidad, flotando sobre el
La familia Petrova tenía una gata llamada Murka, la gran favorita de la casa. Ya tenía doce años y, a lo largo de esos años, se había convertido
Este hallazgo podría haber pasado desapercibido. Los trabajadores estaban excavando una zanja para una nueva carretera en las afueras de una antigua ciudad checa cuando la pala de
A Nina le encantaban las tiendas de segunda mano. Podía pasar horas rebuscando entre percheros llenos de ropa olvidada y estantes con cristalería astillada. Pero lo que le
Se suponía que iba a ser un viaje normal. Lila entró en el abarrotado ascensor de la oficina a las 8:57 de la mañana, con un café en
Clara había tomado el tren de las 8:05 todas las mañanas desde que comenzó su nuevo trabajo. La rutina era aburrida, predecible: el mismo vagón abarrotado, el mismo
Tom siempre se había reído cuando la gente decía que tener una mascota podía cambiarte la vida. Para él, su pez dorado, Bubbles, no era más que un